Algunas personas son incapaces de superar la muerte de un
ser querido. Ahí intervengo yo: imito la apariencia del muerto, su forma de
hablar, de caminar, de besar... ocupo su lugar temporalmente.
Todo iba bien hasta que me contrató Alicia:
Cada latigazo arrancaba trozos de mi piel, cada puñetazo me
dejaba escupiendo sangre. Poco a poco me fui acostumbrando.
Aprendí a mitigar los golpes, a esconderme de ella.
Va a ser muy duro. Si sobrevivo, prometo leer siempre la
letra pequeña. No dejaré que me contrate de nuevo una maltratadora.
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