miércoles, 25 de junio de 2014

El espectador que metía goles





Estaba siendo un día aciago para el equipo. El árbitro estaba a punto de pitar el final e íbamos perdiendo.
No había tiempo que perder. Me abrí paso entre la multitud y me encaramé a la valla de protección. De un salto aterrizé en el campo. Me puse de pie y comencé a correr hacia la portería rival. El centrocampista adivinó mi movimiento y me metió un pase largo perfecto. Sólo tuve que cabezear a puerta.   ¡Gooool!
Ese fue el comienzo de una temporada gloriosa. Me he convertido en el pilar del equipo. Sin embargo, no puedo dejar de mirar a la grada con  nostalgia. Entiéndeme: me gusta meter goles, ser parte del equipo, pero a veces deseo que alguien salte y me quite el puesto para poder volver a mi vida anterior de espectador anónimo.


Jose Manuel Ruiz 

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domingo, 8 de junio de 2014

Olor a ti






El olor a café le inspiraba, solía contestarle. Ese aroma siempre presente en el lugar. Ella nunca insistió. Le extrañaba, sin embargo, que sólo bebiese té. Le gustaba observarlo mientras escribía en un viejo cuaderno.  Alguna vez sus miradas se cruzaban por un instante pero enseguida ambos giraban la cabeza con timidez.

Le echaba mucho de menos. La cafetería había cerrado hacía ya dos meses y ella había encontrado trabajo como dependienta en una librería cercana. Pero ¿y él? ¿Quién le serviría ahora su taza de té?

Casi se le paró el corazón al verlo entrar por la puerta esta mañana. Se sentó en una esquina del local y sacó su viejo cuaderno.

"Aquí el olor es muy distinto"  dijo ella.
"Ya, contestó él, en realidad nunca me ha gustado el olor a café".

Sonrieron y se miraron. Sin timidez, al fin.

Jose Manuel Ruiz 

domingo, 1 de junio de 2014

Ícaro eres tú

              

Aquel hombre se había vuelto loco, pensaron todos. Subido a lo más alto de la torre saltó al vacío con una sonrisa en la cara.
Un segundo después extendió sus brazos remontando el vuelo con gran elegancia.
Fue el primero. Después de él vinieron muchos. Casi todos murieron: algunos por calcular mal el salto, pero la mayoría por surgirles la duda una vez emprendido el vuelo.
Hace unos minutos que he saltado. Es maravilloso ver el mundo desde aquí arriba. Ojalá lo hubiese hecho antes.
Nunca volveré a pisar el suelo, si quieres verme sólo tienes que mirar hacia arriba.
Mejor aún: salta y únete a mí. ¿A qué esperas?

José Manuel Ruiz