Soltó una sonora carcajada cuando derramé la copa de vino sobre el mantel. Sólo yo me di cuenta. Desde entonces noté que me observaba incansablemente desde el otro lado de la pantalla esperando alguna torpeza mía. Día y noche. También en mis sueños.
Hace 2 años que no enciendo el televisor, pero sé que sigue ahí esperando cualquier oportunidad para reírse de mí. No puedo más. Cuando acabe de redactar esta nota, agarraré el televisor y saltaré por la ventana sin soltarlo. Son 21 pisos. Esta vez seré yo quien me ría de ella al ver su cara de miedo.
Qué bueno...y con la imagen.Avisame donde vives para no pasar por debajo...
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Ana! Te avisaré, no te preocupes...cuando ella no esté mirando, claro. Shhhh ;-)
EliminarMe encanta, tiene esa magia que tienen todos los relatos tuyos, en la que el lector siente que lo llevas a donde quieres. Espero que nunca tires el ordenador por la ventana que a mi me da miedo la altura :D
ResponderEliminarMuchas gracias, Isa.
EliminarEn realidad sufro de vértigo. ;-)
Qué bueno! Meta...físico? Meta-algo, sin duda
ResponderEliminarMuchas gracias, María. Meta..dona que debía de tomar el pobre protagonista
EliminarYa voy pillando tu estilo psico-surrealista-cinenegrista. Qué miedo. Seguro que me lees el pensamiento a través de los bytes de la internet
ResponderEliminarLeer el pensamiento es de lo más básico, Nacho. Un día te enseño. ;)
EliminarAbrazos ínternáuticos
Buenísimo José.
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